El mundo y sus protagonistas


domingo, 11 de julio de 2010

Polonia dirige su mirada a Europa

El domingo 4 de julio el pueblo polaco acudió a las urnas para decidir en el ballottage el futuro de los próximos cinco años de gobierno. El triunfo fue para el liberal Bronislaw Komorowski, que obtuvo el 53,01 por ciento de los sufragios contra 46,99 de su rival, Jaroslaw Kaczynki, el candidato conservador del partido Ley y Justicia.

Con la victoria de la derecha liberal, el país inicia su camino para avanzar en la integración europea. Komorowski siempre se ha mostrado partidario de una rápida adopción del euro y de acercarse a países con los que había conflictos, como Alemania y Rusia. Durante la campaña resaltó la importancia de lograr una mejor relación con los actores más prósperos de la Unión Europea.

El trayecto para entrar en la zona euro requiere de un estricto ajuste del cinturón para que Polonia se alinee con los requerimientos que se imponen desde Bruselas. El triunfo podría limpiar el camino al Gobierno actual para acelerar las reformas estructurales que proponen para insertarse favorablemente y, para ello, necesita reducir el déficit público por debajo del 3 %.

Esas medidas de austeridad afectarán al sistema de salud, el régimen de pensiones y producirán una depuración de la administración pública.
Sin embargo, la celebración por el mensaje europeísta queda en cierta forma frenada por las tendencias que quedaron perfiladas para las parlamentarias del 2011, momento en donde se definirá la libertad de acción del gobierno para llevar a cabo sus cambios.

Iniciar reformas y recortes drásticos antes de esos comicios claves podrían generar malestar en una población que se muestra dividida y que marca la idea de dos Polonias.

Por un lado, Komorowski obtuvo el mayor respaldo en el Oeste del país, la zona más próspera y en las ciudades importantes. En cambio, Kaczynski venció en el sector Este del país y en las áreas rurales. Además, los dos candidatos llegaron a la elección muy igualados y el resultado estuvo decidido principalmente por el voto de la izquierda polaca. En este sentido, el Gobierno podría encontrar otro freno a sus apetencias reformistas y privatizadoras, a las cuales se opone el líder progresista Napieralski, quien se encargó de recordarles que “sin nuestros 1,8 millones de partidarios Komorowski no sería ahora presidente”.

Mientras tanto, Kaczynski ya se prepara para la próxima batalla en el 2011. En su partido han evaluado muy favorablemente la estrecha distancia que separó a los candidatos en el resultado de los comicios, mantuvo los 6 puntos de diferencia de la primera vuelta y se consolida con el máximo opositor. Durante la campaña, su mensaje euroescéptico que propone una férrea defensa de los valores católicos (planteando la continuidad del legado de su hermano), permitió que subiera en la intención de voto en las últimas semanas debido al temor que existe entre los polacos de un contagio de la crisis económica europea. Al mismo tiempo, la simpatía hacia el mandatario del hermano fallecido trágicamente en el accidente aéreo de abril, también reforzaba la adhesión a favor del dirigente ultraconservador.

Por ello, se comienza a especular sobre la conveniencia de poner en marcha las reformas liberales que anhela llevar adelante el Gobierno de Donald Tusk, incluso algunos analistas aseguran que poco cambiará hasta que se celebren las elecciones parlamentarias en 2011.

Cómo fue la campaña

Para llegar con posibilidades de ganar en la segunda vuelta los dos candidatos se vieron obligados a tratar de captar el apoyo de los votantes de la izquierda. Las estrategias comenzaron a moldear algunos mensajes y, en las últimas semanas de campaña, Kaczynski moderó su discurso al correrse algo hacia el centro y bajar los decibeles del relato antieuropeo. Ese giro le permitió estrechar el margen con su rival, al punto de llegar en los sondeos con una paridad que sólo se dirimiría con el decisivo voto de la izquierda, debiendo optar, entonces, entre la opción liberal euroentusiasta y la derecha conservadora, que resaltaba los símbolos del patriotismo y el euroescepticismo.

En ese escenario, la política económica que se elegiría para el país jugaba un papel central. Se puede afirmar que Polonia no ha sufrido graves crisis económicas e incluso ha seguido creciendo hasta el 1,7 % del PBI en el 2009, año en que el mundo se vio sacudido por la crisis financiera global. Pero ese nivel de actividad y las mejoras realizadas en los últimos años en los sistemas educativos, de salud, las pensiones y la administración pública elevaron el déficit fiscal. Por ello, el Gobierno al que pertenece Komorowski propone ponerse en línea con Europa y plantea como objetivo prioritario alcanzar una reducción del déficit hasta el 1% para el 2015. Esa meta requeriría de la privatización de sectores del Estado, que incluye la reducción del empleo público y una modificación del sistema tributario, al que habría que incorporar al sector agrícola que no paga impuestos.

Por eso, los votos del agro fueron para Kaczynki, que se erigió como el defensor de los campesinos y los grupos más desprotegidos. En su campaña, remarcaba una y otra vez que continuaría con las políticas que había iniciado su hermano gemelo y, si es necesario, subiendo aún más los impuestos. Esa proclama que aplaudían los hombres del campo y conservadores sirvió también para atraer el voto de la izquierda, que habitualmente repudia las reformas liberales con ajustes en el gasto público y se identifica más con las políticas sociales que propone el líder del partido Ley y Justicia.

Los campesinos, que alcanzan los 11 millones de electores, apoyan tradicionalmente a Kaczynski, quien ya había ganado en la primera vuelta en las zonas rurales con más del 45% de los votos, frente a un rival que es más fuerte en las ciudades.

La incertidumbre del resultado se mantuvo hasta el mismo día de los comicios, puesto que los
sondeos marcaban paridades y registraban entre un 4 y un 10% de indecisos.
Ese factor, sumado al millón de votos que aportaría la izquierda y al fantasma de mayor abstencionismo mantuvo en vilo el resultado hasta el último momento de la contienda. Pero la participación ciudadana fue superior a la de la primera vuelta, más del 54 % de los habilitados para votar concurrieron a las urnas.




El candidato liberal se había mantenido como favorito antes de la primera vuelta, pero su adversario conservador fue creciendo hasta forzar una segunda elección. Algunos politólogos piensan que Komorowski resultaba un candidato sin carisma y poco influyente sobre los más jóvenes, al tiempo que Kaczynski fue cambiando su habitual discurso agresivo y realizó una campaña más moderada que la anterior, prometiendo un perfil más conciliador con su pueblo al decir que intentaría ser un presidente para todos los polacos. Las personas que eran consultadas en la calle lo veían como un defensor de la gente de pocos recursos, los trabajadores y los agricultores.

Ambos candidatos representan a dos Polonias diferentes. Por una parte, Komorowski obtiene el respaldo de los jóvenes profesionales y en las ciudades más grandes. Kaczynski, tiene su apoyo en el campo, las personas mayores y en los defensores de la tradición. Sus estilos políticos también difieren totalmente: el candidato liberal es proeuropeísta y partidario de la economía de mercado, mientras que el líder del partido Ley y Justicia es un férreo opositor a los recortes del gasto público, a las privatizaciones y desconfía de las grandes empresas y la Unión Europea. Además, cuenta con un mayor apoyo de la Iglesia, que tiene una fuerte incidencia en la población, en particular, porque es la tierra que dio a luz a uno de los Papas más queridos como Juan Pablo II.

Sobrevolando toda la campaña estuvo la imagen y la sombra que desplegó sobre el país el accidente aéreo que en abril pasado terminó con la vida del presidente, su esposa y otros 94 pasajeros, entre ellos varios funcionarios. Ese trágico destino marcó la historia del país y empujó a su hermano gemelo a seguir con su legado. Aunque Jaroslaw Kaczynski señaló siempre que “Polonia es lo más importante”. Sin duda, la sensibilidad por el accidente y la presencia de su hermano en la campaña han tenido una fuerte impronta en las emociones de los electores.

Lo que dejan estas elecciones, a pesar de la derrota, es un ascenso político de Kaczynski, que lo posiciona como futuro candidato en las elecciones legislativas que se celebrarán en el 2011.
Por el lado del partido gobernante, el triunfo aparece como una llave para abrir las puertas de Europa, aunque con un estrecho espacio para maniobrar de aquí al 2011.

Los europeístas ven en estos comicios un avance de la Polonia más joven y urbana, que piensa en un futuro con mejor protagonismo en la Unión Europea y con una mayor liberalización económica. También creen que mejorarán las relaciones con dos vecinos estratégicos: Alemania y Rusia.

Lo que no tienen en cuenta los analistas proeuropeístas es que la compleja agenda que pretende desarrollar el gobierno puede tener un alto costo en popularidad. Entonces, la pregunta será si el Gobierno está en condiciones de pagar ese precio con la cercanía de otra elección que promete ser aún más complicada. En la actual situación de la Unión Europea lo más aconsejable es la cautela y afrontar las legislativas del 2011, para recién después, con un resultado favorable, encarar los ajustes de su programa.

Mirar sólo a Europa dando la espalda a la mitad de la población que votó por otra plataforma podría implicar un peligroso salto al vacío. Hoy, Europa se parece más a la Argentina del 2001 que a un bloque sólido capaz de contener a sus miembros.

En ese contexto, es probable que las aspiraciones de Kaczynski alcancen mayor valor en un país que quiere mantener su identidad y sus valores por encima del mercado. Es mucho más que una batalla ideológica, tiene que ver con la propia supervivencia y con el lugar que quiere ocupar en el mundo. Integrarse a un mercado común no siempre es beneficioso para un país, los ejemplos de Grecia, Portugal y España son elocuentes.

La integración implica intercambio y para que ese paso sea equitativo, ordenado, requiere de un contexto socioeconómico estable que permita que toda la población mejore su calidad de vida. Sino, es sólo alcanzar un índice para estar a la altura de otros estados que tienen otra economía.

El pueblo polaco tiene un año para reflexionar y pensar en su futuro. Las legislativas del 2011 serán un termómetro de la temperatura popular y un momento para elegir para dónde quieren mirar.