“Muchas
más personas pasarán hambre, desempleo y necesitaremos encontrar nuevas formas
para ayudar a esos gobiernos”, agregó Graziano. En el 2010, la FAO estimó que en el mundo hay 925 millones de
personas que padecen el hambre en países en desarrollo.
En busca de la estabilidad alimentaria mundial
Los
precios de las materias primas agrícolas han tenido una gran volatilidad en los
últimos años, estos cambios desestabilizan y presionan a muchos productores en
todo el planeta. También los consumidores se ven directamente afectados por el
alza del precio de los alimentos, factor que puede incidir en el nivel de
pobreza que puede alcanzar una familia.
El hambre,
un flagelo que no hemos sabido erradicar
El índice
de precios de los alimentos de la FAO viene mostrando curvas crecientes desde
el año 2006, hasta llegar a un continuo aumento que fue récord en el 2008. En
el 2010 se alcanzó un nivel histórico que agudizó la situación de muchos países
pobres, un panorama que se mantiene en la actualidad.
Es casi
una ironía que en el siglo XXI una de cada siete personas pase hambre en el
mundo y que el 80 por ciento de la humanidad sólo viva con menos de 10 dólares por
día. En algunos países en desarrollo ese monto es aún menor.
Uno de
los últimos informes que publicó la FAO da cuenta sobre el hambre en el planeta
(http://www.fao.org/publications/sofi/es), en donde se alienta a la
restructuración del flujo de inversiones destinados para la agricultura y la
seguridad alimentaria en los países más golpeados en sus economías. La
propuesta es mostrada como un requisito ineludible para garantizar la salud y
bienestar de millones de personas que viven acosados por el hambre debido a la
volatilidad y constantes incrementos de los precios internacionales de las
materias primas.
En este
sentido, se estimula la continuidad de la agricultura familiar para recuperar
alimentos tradicionales, a la vez que les permite obtener ingresos y trabajo
para los pobladores, factores que les permitiría eludir la dependencia de los
mercados de las commodities. También es una manera de reforzar las redes de
seguridad social para ayudar a las familias en situación de riesgo.
La
cultura familiar en la producción de alimentos
Paolo
Groppo, analista de la División de Tierras y Agua de la FAO, informó
recientemente que la producción agrícola para producir alimentos “está llegando
a su cénit” y que el incremento iniciado se está frenando debido al agotamiento
de las tierras más productivas.
La organización de la ONU ha modificado su visión sobre el concepto de producción primaria sustentado en el uso de la tecnología, ahora pone en primer lugar al campesino y su medio ambiente. Groppo considera que el proyecto apunta a remarcar el valor de la producción rural sin la visión economicista, entendiéndolo como un verdadero patrimonio que se vincula con la cultura local.
La organización de la ONU ha modificado su visión sobre el concepto de producción primaria sustentado en el uso de la tecnología, ahora pone en primer lugar al campesino y su medio ambiente. Groppo considera que el proyecto apunta a remarcar el valor de la producción rural sin la visión economicista, entendiéndolo como un verdadero patrimonio que se vincula con la cultura local.
En este
camino, resaltó lo que ocurre en el altiplano andino, en Perú y Bolivia, donde
existen tres mil tipos de patatas y su diversidad es preservada por las
tradiciones indígenas, a pesar de no encontrar valor en los mercados
comerciales. Groppo considera que la restitución de tierras a las comunidades
indígenas puede asegurar una economía de subsistencia al tiempo que contribuye
a preservar el patrimonio cultural y medioambiental en áreas económicamente
castigadas.
¿Por qué siguen existiendo estas imágenes en el siglo XXI?
El dato
que sustenta este programa proviene, justamente, de que el 70 por ciento del
hambre mundial está concentrado en los espacios rurales. Una extraña paradoja
sin sentido, pues allí es donde se elaboran las materias primas para los
alimentos. Solo es posible entender esto al contemplar la desigualdad social
que aún persiste en un mundo que se jacta de los adelantos tecnológicos y
digitales, pero que no puede vencer a su peor enemigo: el egoísmo. Nadie
debería suplicar para recibir su alimento, es un derecho natural que tiene que
ser respetado. Los que tienen poder sí pueden hacer mucho para cambiar esta
vieja historia, pero siguen distraídos.
Ningún
niño debería suplicar por su alimento
Especialistas
de la FAO advierte sobre la caída en la producción de alimentos
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