Por Walter Calabrese
La crispación del pueblo español ya no puede
contenerse, las calles de Madrid fueron el escenario para que miles de
ciudadanos descargaran toda su bronca contra el gobierno. El principal grito
desesperado que se escuchaba era el de “Dimisión” y “Rajoy vete”, con redoble
de tambores y silbatos se acercaron médicos y enfermeras de blanco, profesores
vestidos de verde, asociaciones ecologistas, el movimiento de los indignados,
el personal de Iberia y los mineros del norte del país, todos se unieron para
llegar a la plaza Neptuno, cerca del Congreso de los Diputados.
Las pancartas mostraban en todo su esplendor el
fastidio de los españoles. Uno decía “No” junto a unas tijeras, que simbolizan
los recortes presupuestarios, “Rajoy vete”, “Austeridad basta ya” y “Dictadura
delos bancos No” fueron repitiéndose entre la multitud que se agolpaba frente
al dispositivo policial desplegado para proteger el Congreso.
La gente dijo basta de austeridad Foto: EFE
Del mismo modo que en Madrid, las protestas se repitieron en varias localidades
españolas, en Barcelona, Valencia, La Coruña y Sevilla, miles de pobladores
salieron a las calles a manifestar su decepción con el gobierno.
La gente denunció la política de recortes, la baja
calidad de sistema de salud y la corrupción política. El comentario de un
ingeniero de 35 años refleja el humor social: "El Gobierno no tiene
capacidad de gestión, ni liderazgo, ni siquiera credibilidad ni autoridad moral
dentro del país".
Por ello, las consignas apuntaban a reclamar una
mejor calidad de la democracia, y no es una casualidad que hayan elegido el 23
de febrero para hacerlo, tiene relación con el 32° aniversario del intento de
golpe de Estado por parte de los militares que hizo temblar a España en 1981.
La cólera que existe con Rajoy crece día a día por
los fallidos intentos de controlar la economía mediante una política de
austeridad destinada a ahorrar 150.000 millones de euros en tres años,
finalizando en 2014. Pero en ese plan el gobierno español no ha contemplado la
situación social límite que vive su pueblo, que padece un índice de desempleo
del 26%. Peor aún resultó la ayuda de parte de la UE por 41.000 millones de
euros para salvar a los bancos, puesto que la ciudadanía los considera uno de
los actores principales de la actual crisis.
Los españoles salieron a las calles de Madrid a protestar contra la corrupción y el desempleo Foto: AFP
A ello se suman las sospechas
de corrupción en las instituciones del Estado y el Partido Popular, que
salpican directamente a Rajoy. La monarquía, que permanecía en apariencia
alejada de todo escándalo, ha quedado envuelta en una tormenta por el yerno del
rey Juan Carlos, Iñaki Urdangarin, quien fue indagado por un juez de
instrucción en una causa que lo involucraría en la malversación de fondos
públicos.
España cruje, las
instituciones caen en un abismo de sospechas y descrédito como en una espiral
sin fin. El desempleo aprieta contra las cuerdas a los hogares españoles, los
números no cierran y las ideas no aparecen. Rajoy titubea, se defiende como
puede y pocos le creen, sólo aparece en escena como un manipulable títere de
Ángela Merkel y la UE.
La crisis de la
Unión Europea ha intoxicado la política con medidas puramente economicistas,
muy lejanas de las necesidades reales de la población y de un mercado que
necesita reactivarse inmediatamente generando nuevos empleos. Más ajustes solo
traerán más crisis. Si Rajoy no reacciona a tiempo terminará por el mismo
camino que Túnez: dimitir y llamar a elecciones.
Informe Agencia EFE