Uno de los países más
pobres de Europa sucumbió tras siete días de reclamos en las calles por el
incremento del precio de la electricidad y los continuos ajustes. El primer
ministro Boiko Borisov dimitió junto a todo el Ejecutivo, no pudo contener la
presión de la población que fue expresándose cada vez con mayor agresividad.
El precio de la energía
detonó el enojo de un pueblo que percibe un salario medio de 350 euros y las
pensiones son de 75. El líder conservador había intentado contentar a la
ciudadanía con una reducción del 8% en las tarifas de electricidad y un
mecanismo de represalias a las distribuidoras de energía. Pero no alcanzó para
detener a una marea incontenible, desesperada, que pedía a gritos un cambio en
el rumbo del país.
Las calles de Sofía, la
capital búlgara, comenzaron a cambiar de color cuando los enfrentamientos con
la policía dejaron 25 heridos. Tal vez, ese clima gris empujó al primer
ministro a tomar la decisión de renunciar, sus palabras dan cuenta de ese
sentir: “Cada
gota de sangre que cae es una mancha para nosotros. No participaré en un gobierno
bajo el cual la policía pega a la gente”.
La Constitución de Bulgaria indica que la renuncia debe ser aprobada por
el Parlamento, se descarta que se acepte la moción, 194 de los 240 integrantes
de la Cámara apoyarán la renuncia del primer ministro Borisov. Incluso los 117
diputados del partido gobernante GERB respaldarán la moción, acompañados por
los socialistas, otros partidos opositores y los representantes de la minoría
turca que vive en el país.
Una vez aprobada la
moción, el presidente de Bulgaria, Rosen Plevneliev, tendrá la difícil
misión de formar un nuevo ejecutivo, ofreciéndole primero al GERB, después a
los socialistas y finalmente a otro partido que tenga representación en el
Parlamento. Cada intento se desarrollará en un máximo de 7 días cada uno, pero
si fracasa el presidente deberá disolver la Cámara y convocar a elecciones.
Además, tendrá que designar un ejecutivo técnico interino que será el encargado
de convocar a las elecciones dentro de los dos meses.
Bulgaria permanece
acorralada entre la manipulación de los monopolios y la corrupción en un
escenario socioeconómico frágil. Con esos ingredientes, era previsible que el
telón cayera en algún momento en el país más golpeado de la Unión Europea. El
malestar de la población también se manifestó hacia los escándalos de
corrupción y la clase política. A ello, se le fue sumando las repetidas medidas
de austeridad que incluyeron el congelamiento de los salarios y pensiones, suba
de impuestos y aumentos en los valores del gas y electricidad.
Protestas y enfrentamientos con la policía en las calles Foto: AFP
Insoportable atmósfera
para vivir con dignidad. Lamentablemente, son aires que soplan periódicamente
en una Europa que sigue aprisionando a sus hermanos menores con mayores
castigos para sus poblaciones desde los ajustes masivos. Bulgaria es otra
víctima más de la “troika”, ese equipo de instituciones que definen la calidad
de vida de los europeos.
Pero las “cabezas” de
la UE no pueden ver más allá de sus narices, todavía no han comprendido que el
empleo y lo social van primero, y luego viene lo macroeconómico. Con sólo mirar
la triste realidad de España, Grecia y Portugal bastaría para ensayar un cambio
de rumbo. Es tiempo de que Europa mire un poco a América Latina para que
comprendan que la unidad empezó desde los liderazgos políticos, para que
observen cómo desde ese entendimiento el despegue económico viene por
añadidura.
Informe de Euronews
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