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miércoles, 31 de agosto de 2011

Tucumán suma otro triunfo para el oficialismo

Las piezas del rompecabezas político rumbo a octubre siguen acomodándose a favor del proyecto de Cristina. En Tucumán, la reelección del gobernador Alperovich con casi el 70 por ciento de los votos sella la tendencia marcada en las primarias.

El resultado le asegura un control contundente de las intendencias y la Legislatura, lo que le permite acrecentar su poder en el “Jardín de la República”. Los casi 50 puntos que sacó sobre el senador radical José Cano le aseguran al gobernador el dominio de la Legislatura provincial y también en 18 de las 19 intendencias. Con ello, alcanzó 42 de los 49 escaños que se renovaban, con 22 legisladores del Frente para la Victoria y 20 que provienen de candidatos aliados que iban incluidos en las listas de acoples.

“Agradezco a todos los que me votaron. Los que vieron el cambio que se vivió en Tucumán, se lo debemos a un amigo que ya no está, como es Néstor Kirchner”, enfatizó Alperovich cuando habló en la casa de gobierno local. En ese momento, recibió el respaldo del candidato a vicepresidente Amado Boudou, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, el secretario de Obras Públicas, José López y el titular de la ANSES, Diego Bossio.  




Randazzo  remarcó la gestión de Alperovich al decir que “supo profundizar el modelo con crecimiento, inclusión y mayor igualdad”. Boudou, se refirió a las políticas macroeconómicas que lleva adelante la administración nacional, que también “son aplicadas por buenos gobernadores como Alperovich”.
En tanto, Aníbal Fernández aseguró que "La gente fortalece los gobiernos y reconoce el buen momento del país”


La oposición quedó muy lejos

El Acuerdo Cívico y Social ocupó el segundo lugar y recurrió a la clásica denuncia de irregularidades para intentar salvar el honor. El radical Cano sumó el 12 por ciento de los sufragios, un valor más que demoledor para la oposición que iba reunida en los acoples o listas colectoras. Además de la UCR estaban el PRO, el socialismo y la Democracia Cristiana, con sus propios candidatos a legisladores.

Los números ya reflejan un fuerte impacto de la gestión del gobierno nacional en las provincias y consolidan al Frente para la Victoria como el referente político con mayor aceptación popular.

Si la oposición toda unida no pudo superar el 12 por ciento del electorado, estaría reforzando los guarismos que se registraron en las primarias, en donde la UCR ocupó el segundo lugar con las mismas cifras. Si bien Tucumán sólo representa el 3,5 % del padrón nacional, es un dato fuerte que no se puede soslayar. 

La campaña y las acusaciones

Desde la vereda opositora se alzaron voces acusando al candidato Alperovich de hacer clientelismo por los envíos de bolsones de comida a los barrios más carenciados. Incluso, se habló de un sorteo de un auto y tarjetas con “raspadita” en las que podían ganar hasta 100 pesos.

Se lo señala como otro exponente del caudillismo y el personalismo que han generado las provincias del noroeste argentino. En ese panorama se suele asociar al Estado millonario fortalecido por el populismo en un contexto donde el arco opositor aparece fragmentado y débil.

Lo cierto es que José Alperovich iniciará su tercer mandato y concluirá un período de 12 años consecutivos en el poder. Más allá de haber realizado una buena o mala gestión, parece un exceso que afecta el necesario recambio democrático. Habría que analizar más a fondo los porqués del pueblo tucumano para darle otra chance en el poder.

Las razones del triunfo no pueden explicarse simplemente por la entrega de bolsones, puesto que es imposible realizarlo con el 70 por ciento del electorado que lo votó. En primera instancia, aparece un indicador claro que tiene que ver con la aceptación de la ciudadanía en cómo marcha el país. Esto también reveló evidencias concretas de que la presión de algunos medios devenidos en actores políticos no pudo influenciar en la voluntad del elector.



Tampoco se puede hablar de repeticiones, pues las preferencias locales pueden diferir de las nacionales en algunas provincias, tal como ocurrió en Santa Fe, Córdoba y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en donde ganaron los oficialismos locales para cargos provinciales y en las primarias le dieron el respaldo a Cristina.

En Tucumán, en cambio, las tendencias son confluyentes, tanto Alperovich como la candidata del FPV han superado la media nacional.

 
Las causas del fracaso de la oposición son de su exclusiva responsabilidad: carecen de propuestas y liderazgos creíbles, presentan candidatos sin estatura política para medirse a nivel nacional, datos que se reflejan en la debilidad de sus discursos y declaraciones. Ellos mismos ya afirman que no son una alternativa para octubre, lo han dicho Ricardo Alfonsín, De Narváez y el mismo Macri, quien ahora intenta acercarse al gobierno para que su gestión pueda tener algún respaldo y aspirar a ser presidenciable en 2015.

José Alperovich no nació en el peronismo, fue diputado radical en los noventa y después se acercó al duhaldismo para alcanzar la gobernación en 2003. Luego de conseguir la reforma de la constitución, obtuvo su reelección con el 78,1 por ciento de los votos. En julio de 2011, la Corte provincial lo habilitó para ser candidato nuevamente. La interpretación de una cláusula transitoria sobre los períodos de gobierno en el cual se realizó la reforma le dio vía libre para participar de los comicios.


Sus adversarios han sido ácidos durante la campaña: "Acá se gobierna con clientelismo. Lo hicieron Ortega y Bussi, y el regreso al Estado feudal se perfeccionó con Alperovich", enfatizó el analista político y periodista Rubén Rodó. "Pero ni siquiera un genocida como Bussi tuvo tanto poder acumulado como el actual gobernador", remató en su crítica.

El caudillismo es un rasgo que ha sido interpretado en numerosas ocasiones en los territorios del norte argentino. El mandato popular también ha indicado que prefiere políticos con personalidades dominantes por sobre los débiles. Esto no implica que el clientelismo exacerbado pueda ser la receta para perdurar en el poder. En política, cuántos podrían tirar la primera piedra para señalar estas prácticas. Los votos no se compran, tal vez puedan alquilarse por un tiempo hasta la próxima elección. La decisión sobre el voto es personal y en ella influyen un cúmulo de factores para adherir o rechazar una propuesta. Está claro que quien está con sus necesidades básicas sin cubrir vota condicionado.

Sin embargo, del 2003 a esta parte ha cambiado mucho la geografía política nacional, a la crisis de representación de los partidos le siguió un liderazgo con una impronta popular férrea con Néstor Kirchner. Luego, Cristina tomó la posta para indicar el camino de la inclusión social como bandera. Ambos volvieron a posicionar la política en el centro del escenario social, revivieron la práctica del debate y la militancia juvenil, algo que muchos politólogos resignados ante la apatía ciudadana la daban por aniquilada. En los 90 la economía le había torcido el brazo a la política. En el siglo XXI, Argentina retomó las riendas de la gestión política.

Esa altura política alcanzada desde los personalismos políticos fuertes se traslada hacia el interior del país replicando fórmulas y modelos de conducción. La historia, más tarde, se encargará de ilustrar con detalles cómo culmina este relato que, se presume, llegará hasta el 2015.


Lic. Walter Calabrese

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