El mundo y sus protagonistas


martes, 22 de febrero de 2011

Taller de Oratoria

Estamos expuestos a un permanente bombardeo de información, a los medios tradicionales se han sumado los diarios digitales, los blogs, Twitter, Facebook y el aggiornamiento de los celulares. Ese ruido constante modifica los patrones tradicionales de atención del público y hace que sea cada vez más difícil llegar con nuestro mensaje.

Sin duda, quien sepa captar el interés de los nuevos receptores estará un paso adelante para que su voz sea escuchada entre tanta verborragia virtual y real.

En ese escenario, traducir en palabras nuestras ideas y volcarlas a una audiencia para alcanzar un objetivo requiere de una buena preparación elocutiva. Para ello, es indispensable adquirir hábitos oratorios profesionales para destacarse y afirmarse en una posición de liderazgo.

El taller de Oratoria está diseñado para una formación teórico-práctica en donde el participante pueda moldear su propio discurso, incorporando y reconociendo aptitudes del lenguaje gestual, posturas, trabajando en el manejo de las audiencias.


  

Taller de Oratoria para profesionales y dirigentes


Informes: wcomunicadordigital@yahoo.com.ar



Lic. Walter Calabrese

El poder de la palabra


La palabra poder puede interpretarse de muchas maneras, hay tantas concepciones como personas. A menudo, se relaciona el poder con lo hegemónico o una elite dominante que dictamina buena parte del quehacer de una comunidad. Por ello, inmediatamente se lo asocia con la actividad política, ámbito habitual en donde se lucha por el poder.
El sociólogo alemán Max Weber decía que "el objetivo de la política es el poder" y también afirmaba que el mismo reside en el Estado.

En ese camino no lineal hacia la cúspide del dominio político, aparece un elemento que se convierte en herramienta fundamental para hacer posible la acción política: el uso de la palabra como facilitador exclusivo de la comunicación discursiva. La lucha política exige una argumentación persuasiva precisa para captar la atención de una población que permanece desconfiada ante tanta promesa incumplida.

La palabra, entonces, por exceso, por la fragilidad de los contenidos o simplemente por la incapacidad de sostenerla en acciones concretas, deviene en simple ruido ante una multitud de receptores que hoy concentran su atención en las redes sociales y que descree de las afirmaciones grandilocuentes.


La política es en sí misma debate, deliberación, confrontación de ideas, búsqueda del orden, progreso y libertad. Cuando hay vocación política real para generar cambios, entonces hay esperanza para que las nuevas generaciones puedan reenfocar su mirada hacia los partidos. Para que esto se perciba, es imprescindible que la palabra recupere su valor y tome las formas que agradan a la sociedad, aquellas que logren transmitir transparencia, compromiso y credibilidad. 

Precisamente es ese el punto neurálgico, muchos han caído en el pozo por repetir recetas prefiguradas o por dejar de escuchar a la gente. Se habla de crisis de representatividad de los partidos políticos cuando se debería reconocer que hubo una crisis de credibilidad en la clase dirigente. 

La desconfianza general, entonces, trajo como consecuencia una marea de cambios en la manera de presentar a los candidatos, centrados más en la imagen que en el discurso, haciendo uso del escenario mediático para presentarse en sociedad. El resultado de mirar más la pantalla que a sí mismos trajo una excesiva personalización de la política, que sólo atinó a dibujar personajes para la TV.

 
La palabra al poder

La historia de tantos desencuentros entre la clase dirigente y el electorado puede cambiar. Hay mucho talento dando vueltas por doquier, pero lejos de la política porque la creen impura. Ese preconcepto nació con la defenestración constante que se ha hecho de la vida partidaria desde todos los ángulos. Deberíamos corregir esa mirada para poder ver que la política en sí misma no es un ente dañino, y percibirla como un espacio para encontrar soluciones.


Es preciso que los argentinos recuperemos el orgullo de sentirnos honestos, como cuando antaño decíamos que la palabra empeñada tenía valor. Cuanto mejor dominemos el arte de la palabra, mayores posibilidades tendremos de intervenir en aquellas áreas del sector público y privado para generar cambios. 

La bandera de Brasil contiene un lema: orden y progreso. Esa consigna pudo plasmarse después de mucho tiempo en un líder que supo escuchar a su pueblo y que reorientó su discurso para maniobrar en el nuevo orden internacional. Lula logró insertar a su país como una potencia emergente, al tiempo que sacó a 10 millones de personas de la pobreza. Con ello, ordenó a la nación hacia el progreso. 

Sus palabras tenían poder porque estaban enfocadas en las necesidades de la gente.


                                El ex presidente Lula, capacidad de liderazgo y oratoria

Si dialogamos con fundamento, claridad y sentido del bien común, seguramente observaremos nuevos dirigentes en la escena política nacional.
Las palabras bien orientadas pueden poner orden para el progreso colectivo e individual.



Todo líder es un buen orador

El arte de la comunicación exige una mirada amplia para reconocer escenarios y una gran capacidad de escucha para aprender de todos en cualquier circunstancia y lugar. Cuando valoramos el sentido de los vínculos y de cómo establecemos el diálogo con ellos, la vida puede convertirse en una escuela permanente de la que podemos aprender a diario.

La oratoria es una habilidad racional-emocional que se potencia con entrenamiento y dedicación. Para ello, es necesario desarrollar la capacidad de conectarse con las distintas audiencias y mantener su atención, algo que sólo se consigue con una exigente capacitación, aún cuando existan habilidades innatas.

                                 Martin Luther King, el líder que impuso un nuevo discurso en EEUU

Todos los grandes líderes han sido excelentes oradores. Lograron llegar al corazón de la gente para convencerlos del poder de las ideas. El liderazgo requiere de esta habilidad comunicacional.

Si entendemos a la oratoria como el arte de persuadir con elocuencia, podemos vislumbrar el tremendo poder que tienen las palabras para transmitir ideas. Y una buena idea puede generar cambios profundos. En estos días, hemos presenciado como un joven desde su blog fue nutriendo el clima que condujo a la gente a la Plaza de Tahrir, en Egipto, para producir una revolución democrática sin precedentes.

Hoy, el norte de África y el mundo árabe se enfrentan a una sucesión de cambios inimaginables hace unos años. Todo esto nació con una idea que fue oportunamente comunicada con palabras que sembraron conciencia democrática. No puede atribuirse exclusivamente ese rol movilizador a las redes sociales, alguien tuvo que usar las palabras justas para describir la situación social asfixiante que vivían los egipcios.

                                     Multitudinaria manifestación  en la Plaza de Tharir en Egipto

Un buen orador tiene una buena capacidad de escucha, se compromete con su gente, aprende ellos y, fundamentalmente, encuentra las palabras adecuadas para conmoverlos, motivarlos y movilizarlos hacia una meta. En política, quien encuentre esas palabras adquirirá el poder necesario como para liderar una nueva etapa. Egipto es un fiel reflejo de ello.

Las palabras tienen poder si se las utiliza con destreza y sentido común.
Hablar con elocuencia puede generar cambios y erigir a un líder


Lic. Walter Calabrese

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jueves, 10 de febrero de 2011

Miles de manifestantes piden la renuncia de Mubarak


Las ciudades de El Cairo y Alejandría volvieron a nutrirse con multitudes que con un reclamo unánime piden a gritos que se vaya Mubarak luego de 30 años en el poder. En la decimoquinta jornada de protestas en Egipto, el pueblo desoyó los anuncios que había realizado el gobierno que, con la intención de demostrar una señal en dirección de la transición hacia un cambio de mando, pretendía difundir un mensaje que apaciguara los ánimos.

Hosni Mubarak intentó mover algunas piezas para ganar tiempo y mantenerse aferrado a un sillón que le resulta cada día más incómodo. El domingo se iniciaron las primeras negociaciones con la oposición encabezadas por el vicepresidente Suleimán, mostrando una supuesta actitud de apertura. En esa reunión se oficializaron los primeros acuerdos que incluyen la creación de tres comisiones para la reforma de la Constitución, pensados para trabajar en temas relacionados con la duración de los períodos presidenciales, la participación de los partidos políticos y el inicio de una investigación sobre lo ocurrido en la Plaza Tahrir cuando fueron atacados los opositores al régimen.

                                          Manifestantes opsitores a Mubarak exigen su renuncia

Suleimán también prometió que no se seguirá persiguiendo al pueblo y a los que protestan en las calles. Sin embargo, muchos periodistas fueron detenidos o les impidieron el ingreso a la plaza cercada por el ejército.

La participación masiva de ayer fue la más concurrida desde que comenzó la rebelión, se calcula que en la Plaza de la Liberación había unas 300 mil personas. Por ello, fue llamada la nueva “marcha del millón”. Según la cadena de noticias Al Jazeera la movilización tuvo nuevos concurrentes, en esta oportunidad se acercaron personas que antes mantenían algún temor, hombres que salían de sus trabajos, mujeres y niños se agolparon para decir basta con un estruendoso “fuera Mubarak”.

Muchos manifestantes encontraron ánimo en las palabras del ejecutivo de Google, Wael Ghonim, quien fue liberado después de doce días de cautiverio tras un arresto sin motivo. Este joven inició un movimiento desde una página de Facebook y logró convocar a conciudadanos de todas las edades y clases sociales. Luego, en una entrevista televisiva conmovió a la nación al relatar como había estado detenido con los ojos vendados y sin saber que 300 personas murieron en las calles peleando por el cambio. Cuando se acercó a la plaza, ya era reconocido espontáneamente por la gente como un héroe y dijo: “la libertad es una bendición por la cual vale la pena luchar”. En su arenga a la multitud señaló que “un gobierno que arresta a su gente por expresarse debe ser derrocado”


La conmoción de Ghonim en su aparición televisiva produjo un sismo emocional en la gente, incluso en aquellos que todavía toleraban a Mubarak. El efecto fue tan fuerte que 70.000 personas transmitieron su respaldo en las páginas de Facebook. A la vez, la difusión de las cifras a la que alcanzaría la fortuna de Mubarak y su familia, estimada en 40 millones de dólares, sumaron combustible para encender el fervor de la revuelta.

Al comenzar la tercera semana de marchas antigubernamentales, los anuncios y las supuestas medidas reformistas sólo lograron atizar el fuego del enojo popular, porque la gente no acepta soluciones intermedias si no sale de escena el presidente Mubarak. El pueblo egipcio redobló la apuesta porque no soporta seguir viviendo bajo la mano de un amo que se abraza al poder y que los oprime en un ambiente de corrupción, dificultades económicas y escasas posibilidades laborales para los jóvenes.

                                                  En la Plaza Tahrir muestran la foto de Mubarak

Cuando la Plaza Tahrir era intransitable, un grupo se desplazó para instalarse en la entrada del Parlamento con el objetivo de resaltar el fraude de las elecciones del 3 de diciembre, que permitió que en las dos Cámaras el Partido Nacional Democrático obtuviera el 90 por ciento de los escaños. La población exige que en las próximas elecciones se elijan diputados que representen realmente a sus ciudadanos.
Si bien las protestas no han logrado desplazar al presidente de su cargo, sí han captado la atención del mundo árabe que permanece expectante ante los reclamos democráticos y han forzado la renuncia de Mubarak a una nueva reelección en las elecciones de septiembre. También delegó en el vicepresidente Suleimán la tarea de emprender un proceso de transición que es exigido desde EEUU y la Unión Europea.

Mubarak apostó en estas dos semanas de agitación a que, con el tiempo, la pasión popular se diluya y traiga en la población un desgaste por la ausencia de cambios reales. No lo logró. Tampoco el diálogo con la oposición pudo quebrar la determinación de un pueblo decidido a vivir en democracia. 


El discurso de Suleimán enoja a la oposición

La advertencia del vicepresidente Suleimán de que podría originarse un golpe y un mayor caos si se mantienen las protestas tuvieron un efecto contrario al buscado: la oposición y los manifestantes no aceptaron ni el tono ni el discurso del hombre de Mubarak. Si bien Suleimán contaba con cierto apoyo de Washington para orientar las negociaciones para una transición pacífica, su accionar puso en duda la capacidad de gestión para maniobrar en medio de aguas turbulentas. Al hablar a través de la televisión egipcia no convenció ni a sus “padrinos” norteamericanos, que interpretaron sus palabras como inoportunas e inconvenientes.

                                             El vicepresidente Suleimán junto a Mubarak

 
Obama y Hillary Clinton habían depositado sus esperanzas en el vicepresidente para maniobrar y ganar tiempo, con la idea de frenar y dividir a la población ofreciendo un plan de reformas creíbles. Suleimán hizo todo lo contrario, echó más leña al fuego. La gente sólo vio esos cambios como manipulaciones cosméticas para cambiarle la cara a un régimen que se ha desdibujado en cada mueca que ha hecho. Por eso, los fervorosos egipcios que acampan cada noche en la Plaza de la liberación desafiando el toque de queda sólo accederán a una negociación seria una vez que el anciano faraón de 82 años deje el poder.

La credibilidad de Suleimán no alcanzaría a medirse en un sondeo de opinión, puesto que fue la mano derecha de Mubarak como jefe de los servicios secretos. Luego de la represión policial desatada en la Plaza Tahrir junto a las patotas enviadas por el gobierno, qué autoridad podría tener para impulsar un plan de transición pacífico. Peor aún, mientras daba su discurso televisivo proseguían las detenciones arbitrarias, la persecusión de periodistas y el bloqueo informativo a través de los medios de comunicación públicos. Sin duda, era casi imposible creerle a un hombre que vive opacado bajo la sombra de un autócrata.


Lic. Walter Calabrese

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miércoles, 2 de febrero de 2011

La campaña electoral en Portugal


El clima de la campaña no desentonó con la actual situación que vive el país. Las acusaciones cruzadas y críticas tuvieron más protagonismo ante un ausente debate de propuestas en un tiempo en donde la gente se empieza a cuestionar cuál es el verdadero rol que debería cumplir el presidente y con qué atribuciones. Esa dinámica electoral con discursos alejados de la idea de cambio también fue responsable del poco interés de la población en acercarse a las urnas.
Los comicios presidenciales nunca han logrado despertar el interés que logran los legislativos, que son los que determinan la composición del Parlamento y la continuidad misma del gobierno.
La precampaña había comenzado en diciembre con los debates televisados entre los seis candidatos. Más tarde, la campaña se concentró en sólo dos semanas

                                           Cierre de camapaña de Cavaco Silva  Foto. AFP


El candidato Manuel Alegre inició su recorrido proselitista antes de tener asegurado el apoyo del Partido Socialista (PS). Previamente sí había recibido el respaldo del Bloque de Izquierda, un partido que no se lleva muy bien con los socialistas. Era una apuesta arriesgada, porque el controvertido matrimonio por conveniencia entre el PS y el Bloque de Izquierda le quitó un porcentaje importante de votos que provenían de los sectores más moderados de la población, especialmente reacios a cualquier discurso radical. Alegre creía que con el apoyo de las organizaciones sociales y los seguidores de estos dos partidos podía forzar una segunda vuelta. Ya en los sondeos previos se vislumbraba que nunca podría confirmar esos deseos.
En las encuestas Cavaco aparecía bien posicionado para vencer en la primera vuelta frente a un arco opositor dividido, cuando los partidos de izquierda presentaron cinco candidatos. Cavaco Silva es un economista conservador de 71 años que fue primer ministro en la década que va de 1985 a 1995. En su discurso hizo de su experiencia el argumento central para hacer frente a los cimbronazos de la crisis financiera que hoy sacuden a la nación. En ese sentido, el candidato afirmaba en su último acto de campaña que “nunca la situación de nuestro país había sido tan crítica. No es el momento de aventuras: los otros nos observan y Portugal necesita ser creíble”.


En otra oportunidad durante la campaña, Cavaco había invitado a la población a emitir “un voto responsable” advirtiendo que era necesario eludir cualquier experimento en un momento en que el país no tiene todavía la solución para financiar el fuerte déficit público.
La oratoria política de Cavaco Silva fue delineada en un eje constante donde se repetía una y otra vez “Portugal vive tiempos difíciles, frenado por el endeudamiento, el desempleo y por la desconfianza de los mercados”. Remarcaba que en estos tiempos complejos el país necesita un presidente que sepa tomar decisiones difíciles y afirmó: “soy un hombre que estudia rigurosamente los asuntos con sentido de Estado”. Es frecuente escuchar en sus alocuciones de campaña un tono profesional emparentado con dones de catedrático de Economía, cuya intención es demostrar a sus oyentes que él es la persona idónea para encontrar el camino de las soluciones en el mundo de las finanzas


 

Respaldado por las dos estructuras partidarias de derecha, el Partido Socialdemócrata (PSD) y el Partido Cristiano Demócrata, siempre se presentó ante la sociedad como el garante de la estabilidad política y el mejor conductor para reencauzar la economía. Y el electorado creyó en esas consignas para que siga siendo el presidente. Ahora que obtuvo la reelección tiene la oportunidad de demostrar que es el único que posee la capacidad para resolver la grave crisis económica de Portugal.
Con la obtención del 53 por ciento de los votos y el respaldo que ello significa, Cavaco se alista para hacerle frente a la crisis. Por eso, en sus primeras declaraciones dio las primeras pistas de cuáles serán sus planes, señaló que sus "prioridades inmediatas" serán combatir el desempleo, trabajar en la "contención del endeudamiento externo" y reforzar la competitividad de la economía portuguesa.

                                            Cavaco saluda a partidarios  Foto: AFP

En tiempos de crisis económica el electorado busca refugio en aquello que le aporte cierta seguridad y estabilidad. En ese contexto, el reparto de actores sólo ofrecía un protagonista que se acercaba a esa figura: un economista con vasta experiencia en las cuestiones de Estado, apelando a un discurso que tocaba las fibras que rozan el temor al cambio en medio de la tormenta. El continuismo aparecía como lo más razonable en un barco que navega en un mar de incertidumbre, un sentimiento que atraviesa toda la eurozona.
Las crisis económicas siempre contaminan la vida política y determinan muchas veces el curso de una campaña electoral. Portugal no fue la excepción, fue un fiel reflejo de ello.


Lic. Walter Calabrese

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Portugal votó por la estabilidad y el continuismo


El candidato conservador Aníbal Cavaco Silva se impuso hace pocos días en las elecciones presidenciales en Portugal con el 53 por ciento de los votos. En segundo lugar se ubicó Manuel Alegre con el 19,7 de los sufragios, que era apoyado por el Partido Socialista del primer ministro José Sócrates y por el Bloque de Izquierda.

La reelección de Cavaco aparece en primera instancia como un nuevo factor de tensión para el gobierno socialista de Sócrates, en un momento en el que la economía del país zigzaguea entre cuentas públicas en rojo, elevado desempleo y el fantasma de tener que recurrir a ayuda financiera internacional.

                                             Cavaco Silva festeja su triunfo EFE

Es importante remarcar que el presidente tiene sólo algunas atribuciones en la dirección del país, puede recomendar la línea de gestión al gobierno y tiene competencia para disolver la Asamblea si la nación se decidiera por una intervención de la Unión Europea y el FMI. La figura presidencial es muy respetada en el país, puesto que representa una autoridad moral, aunque no posee un poder ejecutivo que le permita dar vía a sus decisiones. Lo paradójico es que dispone de autoridad para disolver el Parlamento.

En un contexto socioeconómico crítico, la imagen de Cavaco aparece con más solidez frente a un desgastado gobierno en el que Sócrates viene siendo vapuleado por las críticas a su gestión.

Cavaco Silva ha prometido emprender una presidencia con mayor injerencia en las decisiones de gobierno, situación que hará más compleja la cohabitación entre el presidente y Sócrates en el particular sistema de poder portugués. En el transcurso de la campaña se había incrementado la distancia política entre ambos líderes, por lo que ahora asoma una nueva incertidumbre: la inestabilidad institucional.


Las elecciones mostraron la enorme brecha que todavía existe entre la ciudadanía y la clase política, puesto que la cifra de abstención marcó un nuevo registro histórico. El 53 por ciento de la población habilitada para sufragar no concurrió a las urnas, algunos por las bajas temperaturas que produjo la ola de frío, otros por un fallo informático que imposibilitó su registro en los padrones. Pero no fueron los únicos motivos, existe un marcado desinterés en la población lusa en este tipo de contienda electoral. Además, las estadísticas anteriores marcan una tendencia que se convierte casi en un ritual, los cuatro presidentes que tuvo la democracia portuguesa han sido reelegidos para un segundo mandato.

Los números que instalan a Cavaco nuevamente en la presidencia son elocuentes y definitivos: fue el más votado en todos los distritos. Pero también surgen nuevas cifras para analizar el clima político, puesto que ha obtenido 543.327 votos menos que en la anterior elección celebrada hace cinco años.
Otro dato pinta el paisaje electoral lusitano, la abstención alcanzó el 53,37 por ciento del padrón, que equivalen a 5.139.726 votos. Esto hace pensar que más de la mitad del electorado no tiene preferencia por alguno de los seis candidatos, incluido el propio Cavaco. Muchos creen que ninguno de los que participan de la batalla electoral puede cambiar el rumbo de las cosas.


No obstante, existen antecedentes para entender como se construyó el nuevo triunfo de Cavaco, puesto que acumula un capital político cosechado en sus años como primer ministro. En aquella época Portugal tuvo un importante desarrollo económico, con crecimientos anuales en torno al 4 por ciento, al tiempo que recibía una importante ayuda al aprovechar el envión de entrar en la Comunidad Económica Europea, hechos que sin duda han quedado asociados al éxito de su gestión. Luego, su retiro de la política activa durante diez años fue creando la imagen de un político ordenado.

En su primer discurso tras la victoria, el líder conservador remarcó su postura en la lucha contra las dos dificultades más serias que atraviesa el país: un desempleo que alcanza el 11 por ciento y el endeudamiento que condiciona la marcha de la economía.
El país no está en condiciones de soportar presiones y juegos políticos, por lo que Cavaco tendrá que inclinarse por una convivencia pacífica que ayude a estabilizar el país. La situación no es sencilla, los elevados intereses sobre su deuda y la fuerte presión de los mercados internacionales dibujan un cuadro gris en lo inmediato.

                                            El presidente electo ante los medios AP

En ese ruido permanente y bajo la mirada fija de una Europa sobresaltada, el primer ministro José Sócrates tendrá que apostar cuidadosamente sus fichas en un tablero que se asemeja cada vez más a un laberinto. Para no pisar en falso, este año deberá hacer grandes esfuerzos para reducir el déficit público al 4,6 por ciento, una promesa hecha a Bruselas para evitar la ayuda del Fondo de Estabilización Europeo y la eventual intervención del FMI.
También tendrá que ser un buen piloto de tormentas para afrontar los temblores que provocarán la entrada en vigor del recorte de salarios a los empleados de 15 empresas públicas aprobados en el presupuesto para el 2011. Otra medida que causará cierto malestar será el aumento del IVA, como parte del compromiso para reducir el déficit público.
En ese escenario, los socialistas son minoría en el Parlamento después de las legislativas de 2009, por lo que sólo pudieron elevar un plan de austeridad para restaurar el sector financiero de la nación con el aval del principal partido de la oposición, el PSD de centroderecha, al que pertenece Cavaco Silva. Ahora, ese equilibrio podría romperse si se confirma la dura postura adoptada por el presidente electo en su primer discurso al referirse a sus adversarios.

 
Europa mira con expectativas

En el camino de la contienda electoral, los ojos de Europa permanecieron atentos a su desarrollo ante los temores que existen sobre el destino político y económico de Portugal, puesto que un colapso de su gobierno pondría en mayor riesgo la crisis de deuda de la eurozona.

Desde Lisboa se han implementado medidas impopulares para paliar la crisis financiera.
La situación económica de Portugal pende de un hilo. Por ello, los analistas internacionales sostienen que pronto se verán obligados a aceptar un paquete de medidas financieras tal como lo han recibido Grecia e Irlanda en 2010.
Otras miradas centran su preocupación en la difícil cohabitación entre los dos poderes en un clima marcado por la grave crisis económica. Los indicios de mayor confrontación se vislumbraban en plena campaña electoral por la agresividad de los mensajes. Luego, el discurso de Cavaco fue casi una confirmación de lo que vendrá.

                                                    Cavaco en los festejos  Fuente: Página 12

Si bien no ha revelado los detalles de esa "presidencia activa" que anunció, algunos analistas políticos empiezan a creer que Cavaco puede tomar decisiones drásticas, como la disolución del Parlamento si la crisis económica se agravara y le quitara oxígeno al gobierno para domar el ambiente político. El presidente está facultado para hacerlo. Cavaco mismo describió el papel del jefe del Estado: "Representa a la República, es el garante de las instituciones, el elemento moderador y apaciguador de conflictos, y la reserva de última instancia en caso de crisis grave".
Vale recordar que el presidente también fiscaliza las leyes aprobadas por el Parlamento y los decretos que emite el gobierno. Además, es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas. Si a estas atribuciones le agregamos que Cavaco ha vetado varios proyectos de ley promulgados por el gobierno socialista, en temas como divorcio y parejas de hecho, entre otros, podemos entrever un panorama altamente conflictivo en la arena política de Portugal.

Lic. Walter Calabrese

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