El mundo y sus protagonistas


sábado, 13 de agosto de 2011

Perú y los desafíos de Humala

Su llegada al poder

El ex militar Ollanta Humala llega al poder luego de una ardua tarea de reformulaciones en su discurso electoral. La contienda que se desató en la campaña por el balotaje obligó al líder de Gana Perú a moderar su mensaje para contentar al empresariado. Tuvo que desandar el camino de críticas radicales al modelo neoliberal en favor de un mensaje que calmara las aguas del establishment.

Para ello, necesitaba despegarse de la imagen que había dejado en su anterior campaña de 2006, en donde había tenido el respaldo de Chávez. En esta ocasión, Humala reiteró en varias oportunidades que el espejo en cual se miraba era el de Lula, que había logrado su éxito respetando las normas de mercado pero con inclusión social. 

A pesar de la moderación de su discurso y su viraje hacia el centro, la contienda electoral estuvo marcada por distintas influencias. Por un lado, los medios fueron abiertamente críticos con Ollanta, en particular, el Diario El Comercio, quien tomó una postura férrea en defensa del fujimorismo, casi como un equipo de campaña propagandístico. Este hecho motivó que el escritor Vargas Llosa desistiera de publicar una nota en este periódico.



El Nobel de Literatura 2010 para remarcar el tono inusual y desmedido que adoptaba el diario ante el ex militar remarcó que “en su afán de impedir por los medios la victoria de Ollanta Humala, viola a diario las más elementales nociones de la objetividad y de la ética periodística".

Sin embargo, la campaña mediática para denostar a Humala tuvo un efecto contrario al esperado. Parte de la población percibió que la persecución a Humala era exagerada, lo que terminó por poner en el lugar de víctima acosada al candidato nacionalista.

Por otra parte, la élite limeña que respaldaba a Keiko Fujimori reiteraba su desconfianza en el candidato opositor por temor a una reforma drástica en las reglas de juego de mercado que habían hecho crecer a Perú a tasas asiáticas en la última década.

No obstante, a pesar de encontrar un país con una posición macroeconómica ordenada, persiste una gran deuda social con un tercio de la población a quienes no han llegado los beneficios del despegue económico.

Es por ello que Humala ganó con el voto rural, en donde se concentran las zonas de mayor pobreza, como en las sierras, el sur y la amazonia. El presidente electo ganó en 20 regiones del interior y Keiko triunfó en Lima, que representa el 34 por ciento del electorado. Sin duda, en un país con grandes contrastes sociales se impuso el voto provinciano y pudo pesar más que el poder económico de la capital



Humala no actuó solo en ese camino de transformación, tuvo dos asesores claves: Salomón Lerner Ghitis, hombre de Toledo, fue el jefe de campaña que marcó el camino hacia la centro para tender puentes con los sectores medios y altos de la sociedad. El otro artífice del cambio de imagen fue Luis Favre, quien trabajó en el discurso que lo acercara a la figura de Lula para convencer al empresariado peruano de que su futuro gobierno no entorpecería el desarrollo económico logrado.

Sin duda, poner en primer plano a Lula como modelo a imitar reenfocaba su imagen y se despegaba de lo dicho en la primera vuelta electoral, en donde realizaba una fuerte crítica al modelo neoliberal por no repartir sus beneficios en forma equitativa entre la población.




 
Esos cambios junto al temor de un rebrote autoritario a manos del fujimorismo, fueron generando una corriente favorable en círculos medios, intelectuales y parte del sector empresario. Ollanta también supo capitalizar el descontento de gran parte de la población que no gozó de los beneficios del actual modelo. En este sentido, las promesas de mantenerse en las pautas actuales de crecimiento pero con inclusión social, auguran un país con menor desigualdad y equidad social.

Al mismo tiempo, se mostró más amplio al proponer la constitución de un gobierno de concertación nacional. De hecho, ya existen acuerdos con Toledo para trabajar juntos en el Congreso.  

Además, los politólogos coinciden en que la campaña de Humala fue más profesional, con un mayor cuidado de su oratoria, orientado a un acercamiento con electorado de clase media y alta, con acento en la moderación como modo de desmarcarse de la anterior etapa en donde era exclusivamente confrontativo con el actual modelo económico. En la otra vereda, por el contrario, Keiko Fujimori se mantenía aferrada al círculo de su padre y la elite limeña.

Para otros analistas del marketing político, el factor clave fue la influencia de los asesores brasileños del PT que colaboraron en la campaña. El acercamiento a Lula va más allá de la estrategia electoral, importantes empresas como Petrobras y Votorantim tienen importantes activos en el territorio peruano. También, el desarrollo de la infraestructura vial y la zona portuaria de Perú permite un rápido traslado de los productos brasileños a través del Pacífico.

 
Los desafíos pendientes

Perú es un territorio de contrastes y desigualdades sociales, el importante crecimiento de la macroeconomía no llega a todos sus habitantes. Hoy, todavía hay regiones que tienen una economía de subsistencia, que viven marginados, sin beneficios en áreas como salud, vivienda y agua potable. Por ello, Humala en su discurso de asunción remarcó que construiría un hospital en cada provincia, puesto que hoy sólo existen precarios puestos sanitarios.

Otro de los temas que anunció en campaña fue la modificación del esquema impositivo que rige para la extracción de los recursos naturales, como minería e hidrocarburos. Perú es el segundo productor mundial de cobre y la minería es una de las industrias que más tuvieron que ver con el despegue de la economía. Sin embargo, en algunas regiones como Puno la población se resiste a este tipo de explotación en defensa del medio ambiente. De hecho, Humala obtuvo el 77 por ciento de los votos en Puno.

Precisamente, la línea de pensamiento de Ollanta está orientada hacia la recuperación de los recursos estratégicos nacionales desde una reconsideración del papel del Estado en la economía.
La minería y el cobre son claves dentro de la estructura productiva del país, a tal punto que en los años 90 se firmaron acuerdos para proteger las inversiones extranjeras y enmarcar la actividad en un marco jurídico que brindara seguridad y estabilidad.

Las fechas de vencimiento de los acuerdos coinciden con el inicio del mandato del nuevo gobierno, por lo cual la renegociación se dará en un nuevo marco de protección de los intereses nacionales para redefinir la base impositiva que se aplicará sobre la extracción de metales. Ese proceso, mantiene con cierta inquietud a las empresas mineras instaladas en Perú ante la posible alza de impuestos al sector, que reclama que la imposición se realice sobre las ganancias obtenidas en lugar del total facturado por ventas.

La lucha contra el narcotráfico

Una de las cargas más pesadas que deberá sobrellevar el nuevo gobierno es el conflictivo panorama de la lucha antidrogas. Hoy, Perú sigue siendo el primer exportador mundial de cocaína. Las políticas implementadas por la gestión de Alan García fracasaron en todos los órdenes: en ese período aumentó la superficie para cultivos de coca y crecieron, al mismo tiempo, la producción de cocaína y el lavado de dinero relacionado al narcotráfico. 

Un reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Undoc) dice que en Perú existen 61.200 hectáreas de coca, igualando a Colombia que tiene cerca de 62.000 hectáreas cultivadas.

A pesar del apoyo norteamericano para erradicar 22 mil hectáreas sembradas con coca, en los cinco años de la gestión de Alan García las tierras para este destino aumentaron, creciendo otras 13.000 hectáreas. El fracaso de esas políticas antidrogas es una asignatura pendiente que aún nadie ha podido aprobar. El problema es complejo, puesto que es vital el decomiso de cocaína para bloquear su salida. Pero en el medio existe una compleja red de complicidad entre la policía y los narcos.



Humala buscará otra estrategia para erradicar la cantidad de superficie cultivada de coca. Propone en primera instancia un acuerdo con los cocacoleros en lugar de reprimirlos, para buscar el reemplazo de cultivos. En ese sentido, anunció una política antidrogas soberana en la que solicitará una responsabilidad compartida con los países consumidores, algo que no parece sencillo.


Los primeros pasos

En el discurso de posesión del mando Humala remarcó que su gestión estará orientada a erradicar la pobreza y lograr la inclusión social. Presentó su programa como una nueva era y afirmó: “Dedicaré todas mis energías a sentar las bases para que borremos definitivamente de nuestra historia el lacerante rostro de la exclusión y la pobreza construyendo un Perú para todos”.

Luego anunció que sólo la democracia será plena cuando “la igualdad sea patrimonio de todos y la desigualdad desaparezca”.




En lo que respecta a su política exterior anunció que buscará fortalecer la UNASUR y mejorar los vínculos con la Comunidad Andina. También tiene interés en una mayor integración con el MERCOSUR. En este sentido, sus primeras visitas tendrían esa orientación, en su gira como presidente electo visitó Brasil, Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile. El primer recorrido muestra hacia quienes se acercará para buscar la unidad regional.

En territorio brasileño envió algunos mensajes, señalando que Brasil es un socio estratégico y un modelo exitoso de macroeconomía que está preparado para que el desarrollo vaya a la par de la inclusión social. Además, aprovechó para afirmar que considera muy importante fortalecer las relaciones bilaterales con EEUU y combatir en equipo la lucha contra el narcotráfico.

Ollanta Humala llegó a la presidencia hablando de transformación y cambio para lograr que el modelo económico no siga siendo excluyente. Está muy claro lo que pide la gran mayoría que lo siguió en las urnas desde las zonas más abandonadas por el “modelo” que, paradójicamente,  crece a tasas asiáticas pero que no supo incluirlos.




 
La mitad de los peruanos que no lo votó no quiere un cambio de rumbo, aunque tal vez se atreva a disfrutar de los beneficios cuando una mejor distribución de la bonanza financiera se concrete.

Habrá que ver cómo se mueve en estos cinco años para encontrar puntos de equilibrio entre sectores que viven realidades dispares y que tienen otros intereses. Es el tiempo en donde se termina el marketing político y queda la persona con su verdadera estatura.




En pleno vuelo, algunos se salen de libreto y desarrollan una ágil cintura política para moverse con los propios y ajenos. Otros, quedan envueltos en sus palabras y entran en un laberinto donde el conflicto es parte del quehacer político, en vez de ser el puntapié para cruzar a la orilla de las soluciones. Eso se hace para ganar tiempo cuando hay pocas ideas. El mundo está dando pruebas de que ya no se puede improvisar con los desplazados. Desde Túnez, la revolución democrática en Egipto, los indignados en España e Inglaterra y los estudiantes en Chile, ha quedado claro que no se debe subestimar a nadie. 

En la gestión se verá si aparece el Humala moderado de la segunda vuelta o si resurge el envalentonado nacionalista antisistema que perdió en 2006. Allí, de esa lucha entre el ego, ideales y pragmatismo político surgirá el Ollanta que pueda ser. Muchas veces, para llegar al poder los candidatos se moldean al electorado y, en ese trayecto, corren el riesgo de ser sólo un dato útil para las encuestas. El peligro es quedarse mirando esa foto y perder de vista la realidad, que es una película con argumento.

En Perú un tercio de la población ha quedado desplazada por el supuesto modelo de mercado que creció a un promedio del 5 por ciento en los últimos cinco años. Por eso está Humala en el poder, tiene una oportunidad: imitar el modelo brasileño en sus mejores facetas. De lo contrario, sólo habrá mostrado la foto de Lula para convencer al electorado de centro. 


Lic. Walter Calabrese



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