El mundo y sus protagonistas


domingo, 25 de diciembre de 2011

Navidad, tiempo de reconciliación

En muchos países la Navidad es un motivo de festejo y encuentro con la familia, tiempo en que fluyen los saludos con buenos augurios, las comidas interminables y finalmente los regalos para los niños. Y está bien que así suceda, pues a Jesús le agradaba la alegría.

No obstante, esta celebración cristiana puede convertirse en una mera tradición para reunirse y comer si no se ha invitado a quien deberíamos agasajar: a Jesús. Por momentos, algunos han olvidado el verdadero sentido de la Navidad, que significa natividad o nacimiento. Es un tiempo para recordar el inicio de una historia que le mostró al mundo un camino nuevo para andar en luz. Cuando Jesús dijo “Yo soy el camino, la verdad y la vida” nos indicó la senda para llegar a la cima de nuestras vidas, un lugar donde es posible ser mejor persona sólo con los demás.

Después de más de dos mil años seguimos recordando al que dio su vida por la humanidad para salvarnos y rescatarnos del egoísmo y los enfrentamientos que distancian a los  hombres. El mejor homenaje para reconocer su coraje y pasión por las almas sería dedicarle este día para la reflexión y la reconciliación, que son las instancias que nos brindan otra oportunidad para restaurar y acercarnos.



 
En la Biblia, en la carta de Pablo a los Corintios aclara: “…y por todos murió, para los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” 2 Corintios 5:15

Luego agrega en 2 Corintios 5:17-19 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados…”

Las Escrituras son muy claras en este sentido, la reconciliación es el paso previo para la paz, es la única oportunidad que tenemos para construir un mundo más equitativo y solidario. Esto implica despojarse de la dictadura que impone el ego en cada uno para poder mirar al que sufre, al que necesita ayuda, al que es perseguido por razones étnicas, políticas o religiosas. Pero para ello es imprescindible alzar la mirada al cielo para comprender el mensaje que vino a traernos Jesús desde la cruz. Su sacrificio y muerte no fue en vano, tiene un sentido espiritual e histórico, porque nos invita a confrontarnos, a mirarnos para cambiar y construir un planeta más generoso.

Los Evangelios nos dicen que Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes: “Y tú Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador que apacentará a mi pueblo”, San Mateo 2:6

En Lucas 2:11 también encontramos esa referencia: “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el señor”.

Para los cristianos su nacimiento simboliza la misericordia de Dios para reconciliar a la humanidad de sus conflictos, su llegada es el mensaje de luz para darle claridad a un mundo que se maneja en penumbras, envuelto hoy en crisis financieras, políticas y religiosas.


Imágenes de los festejos 

                                                Festejos en Isalmabad, Pakistán


                                            Navidad en Singapur


                                               Niños orando en la India


                                           Bolivia, indígenas mendigan en las calles


               Manifestante acampa frente al Banco Central europeo en Frankfurt, Alemania


                                           Rezando en la Iglesia de la Natividad en Belén


                                              Navidad en Cairo, Egipto


                                 Voluntarios van a barrios pobres en Seúl, Corea del Sur



Planeta violento

Hoy debería ser un día de alegría, de festejos para recordarlo y enaltecer su obra entre los hombres, porque su mensaje es tan limpio que no se lo puede rebatir sino desde los rincones del odio y el rencor. Desde allí, solo prima la oscuridad y la manipulación que se hace desde los fundamentalismos religiosos.

Sin embargo, en esta jornada debemos mirar con profundo estupor como en Nigeria se produce una ola de atentados con bombas contra las Iglesias Católicas, en donde 40 personas perdieron la vida. El grupo fundamentalista islámico Boko Haram, cuya denominación significa “la educación no islámica es pecado”, se atribuyó los ataques. También se adjudicaron el anterior atentado perpetrado en agosto contra la sede de la ONU en Abuya, en donde hubo 24 víctimas.

                                                Atentado en Nigeria

En Siria, continúa la represión descarnada y la celebración de la Navidad es opacada por los 5000 muertos que, según estimaciones de la ONU, se han registrado desde que empezaron las protestas en contra del gobierno en marzo.

El odio religioso sigue dando frutos amargos, persecusiones y cruentos ataques, exclusión de pueblos enteros, migraciones, desamparo. Cuando el fanatismo religioso se integra al poder político se convierte en un monstruo sin cabeza que actúa reactivamente, en ese espacio no queda margen para el diálogo ni la convivencia pacífica.


Pensar en lo que no tienen voz

En el Vaticano, frente a miles de fieles reunidos en la plaza San Pedro, el Papa Benedicto XVI hizo un pedido por el fin de la violencia en Medios Oriente, condenando lo que acontece en Siria “donde ya se derramó tanta sangre” luego de varias  semanas de persecución contra los manifestantes del régimen de Bashar Al Assad. Por ello, exhortó a “todos los integrantes” que participan en la llamada primavera árabe a que trabajen por el “bien común”.

Además, el pontífice oró a Dios pidiendo por “la reconciliación y estabilidad en Irak y Afganistán”, y pidió ayuda divina para la gente de África, “que sufren hambre y escasez de alimentos, muchas veces agravada por una situación de permanente inseguridad”.


                                      El Papa encendió una vela por la paz en el mundo


La frase del Papa que más invita a la reflexión surgió cuando aseguró que “Debemos ser portavoces de los que no tienen voz”. 

Vivimos en un mundo inconcluso, deformado por los abusos de poder y por las asimetrías económicas que parten a la humanidad en un conglomerado de figuras informes, donde la única certeza es la desigualdad y el hambre su peor cara.

La primavera árabe, los indignados en España, la agrupación Ocupa Wall Street, los estudiantes en Chile que piden a gritos una oportunidad para educarse sin ser agraviados por un excesivo lucro, las protestas en Siria son voces que se alzaron luego de ver caer a dictadores en Túnez, Egipto y Libia. Los gritos que ganaron las calles representan un fuerte llamado de atención que conmueve la geopolítica tal cual la conocíamos hasta ahora, a la vez que emite un mensaje de esperanza para los oprimidos de otras latitudes.


                                            Los indignados españoles 


La indignación surge luego del hastío y el hartazgo ante tantas arbitrariedades y negaciones. Su enojo vence todo temor, arrasa con gobiernos que parecían intocables. Pero el día después exige que aparezca un liderazgo capaz de encauzar toda esa energía combativa para construir un modelo de sociedad más justa. En la actualidad, tal vez, no existen muchos espejos en donde mirarse para recrear al líder. Hace tiempo que no se eleva alguien con la suficiente estatura como para encarnar el cambio, los últimos fueron Mandela y Martín Luther King. No estaría mal tomarlos como referentes, también sería saludable para el mundo que volvieran la mirada hacia el primer indignado que produjo el mayor cambio en la humanidad. Sería bueno que imitáramos la entereza, la pasión y la sabiduría que irradiaba Jesús para conducir a su gente.

Hace 2011 años nacía en Belén un guiador, todavía estamos a tiempo de revertir los conflictos globales con los preceptos y enseñanzas que nos legó para construir un mundo más justo. Con solo pensar lo que señalan los mandamientos, como cuando dice “ama a tu prójimo como a ti mismo”, estaríamos dando un gran paso para empezar a tejer relaciones más cordiales con todos. Si se cumpliera este mandato de Dios se terminarían los fundamentalismos. Es el mejor regalo que le podemos hacer a Jesús en su cumpleaños.  

A pesar de nuestras mezquindades y desaciertos, Jesús vino al mundo para reconciliar a la humanidad, su vida es un destello de luz para indicarnos que Dios nos da otra oportunidad. La Navidad es el tiempo para empezar a intentarlo, es una gran ocasión para crecer espiritualmente y romper con los moldes culturales que nos conducen por calles desiertas.

En este tiempo de indignados a Dios no le desagradaría que nos “indignemos” con lo peor del mundo, que nos rebelemos contra los manipuladores que acuchillan a la verdad y la disfrazan de consumo para hacernos creer que con ello sólo podremos ser felices. La buena batalla se libra con la verdad, la justicia y el perdón, porque con ellas el amor puede crecer infinitamente. Y eso es justamente lo que nos enseño Jesús.



Lic. Walter Calabrese



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