El mundo y sus protagonistas


jueves, 5 de abril de 2012

La Pascua, una invitación al reencuentro

En algún momento de nuestra existencia solemos hacernos una pregunta existencial que coincide con la curiosidad de saber para qué estamos en el mundo. Dependiendo de la edad y trayectos recorridos, podemos buscar un espacio para la reflexión que nos permita, primero, un reencuentro con lo mejor de nosotros, para luego indagar en nuestras relaciones con los demás. 

La Pascua es tal vez el momento más indicado para bucear en nuestra historia y dialogar con Dios. La resurrección de Jesús, su sacrificio en la cruz por toda la humanidad y su misericordia son un legado imborrable, una invitación al reencuentro con Dios y el prójimo desde el perdón. Cuando logramos perdonar podemos abrir todas las puertas que había cerrado el rencor, ese engañoso aliado del ego que pretende hacer justicia a cualquier costo.

Mantenerse lejos de los seres queridos y amigos es un costo muy alto, porque cada momento perdido no se recupera y el tiempo no para. Ser libre significa estar sin ataduras, cuando permanecemos en el rencor seguimos atados a esa persona, a veces, incluso, sin que ella lo perciba. Al perdonar se liberan dos personas que estaban cautivas, luego sobreviene la paz.

                                   La Pascua, un tiempo para la reflexión



Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, la abundancia del corazón se alcanza por esa senda de luz y paz. No es una empresa difícil, solo hay que recordar la simpleza y sabiduría de los Mandamientos: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Desde allí todo se puede construir, porque el amor es el vínculo de la perfección.

Felices Pascuas!         

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