El mundo y sus protagonistas


lunes, 20 de agosto de 2012

La información, los límites y la libertad de expresión

La crisis diplomática surgida entre Ecuador y Gran Bretaña aparece, en primera instancia, como una condena excesiva sobre las acciones que ha tenido Assange, hasta se huele un deseo de venganza por su atrevimiento. Pero, acaso, el periodismo de investigación no es eso, coraje para correr el velo de lo que está tapado y es incorrecto, tozudez para llegar hasta el fondo del asunto.

Cuando el cine norteamericano presenta el caso Watergate como el paradigma de la defensa de la libertad de expresión y el esfuerzo individual por llegar a la verdad, está diciendo ni más ni menos que cualquier ciudadano de buena voluntad puede hacer periodismo e investigar para ejercer el rol de contrapoder lógico que debe proponer esta digna profesión.



En el 2006 Assange funda WikiLeaks y va consolidando su público entre colegas dedicados a la investigación. Expuso los casos de corrupción en Kenia y datos vinculados con Guantánamo. En 2010, el sitio de Assange publicó 391.832 documentos clasificados sobre la guerra de Irak y otros 90.000 acerca de Afganistán. La mayoría del material provenía de cables diplomáticos que eran comunicaciones con el Departamento de Estado norteamericano. Más tarde, en una entrevista concedida al periódico alemán Der Spiegel, Julian Assange dio los motivos por los cuales había decido publicar tal información: “el material sirvió para poner en evidencia la brutalidad cotidiana y la miseria de la guerra”.

 Informe de Visión Siete Internacional

El australiano ha planteado nuevos paradigmas en el campo de la investigación periodística, al tiempo que puso en primer plano el papel de los hackers en esta disciplina. Assange describió a WikiLeaks como ”un mecanismo para maximizar el flujo de información y las acciones que conduzcan a una reforma justa”. Su mirada sobre el periodismo permite repensar cuál es su función actual, si mantiene su esencia de un cuarto poder que sirve de contralor de lo que hace el Estado. Por ello, aseguraba que “la transparencia debe ser proporcional al poder que se tiene. Quien tiene más poder puede generar mayor peligro, por eso hay necesidad de mayor transparencia”.

El mundo de las noticias se dividió en opiniones a favor y en contra de su metodología de trabajo. Unos lo ven como batallador por la transparencia y el derecho a libertad de expresión. Otros, lo sitúan como una amenaza para la seguridad de los EEUU y sus países amigos. Lo cierto es que WikiLeaks revolucionó la forma tradicional de hacer periodismo.

La información puede cobrar valor en función de quien la compra y como la distribuye al público. Pero la credibilidad no tiene precio, hay que construirla con lealtad a las audiencias y pensando en el bien común, esto es, resguardando a la cuidadanía de todo engaño o perjuicio social. 




Aquellos que han tenido el valor de dar a conocer información que todos debemos saber pueden ser expuestos como ogros, cuando en realidad simplemente están buscando algo de claridad entre tanta bruma espesa y codiciosa. Cuando Baltasar Garzón quiso revisar el pasado del franquismo lo sepultaron en una montaña de mentiras y agravios para frenarlo.

La información es poder, no lo duden. Y Assange se atrevió a desafiarlo, por ello permanece donde está. No obstante, el mundo observa y opina, eso ya es un gran logro.


Lic. Walter Calabrese




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