El país dio tantos
coletazos tras el asesinato del opositor Chokri Belaid, que terminó de agravar
la crisis política. Ese trágico suceso empujó a buscar soluciones radicales,
como la formación de un gobierno de tecnócratas sin políticos, pero no tuvo el
respaldo ni de la oposición ni de su propio partido, el islamista Ennahda, con
quien entró en conflicto.
Este panorama fue el escenario propicio para la renuncia del primer
ministro Hamadi Jebali, su iniciativa de formar un gobierno con tecnócratas
fracasó rotundamente y precipitó su dimisión.
Dimite el primer ministro Hamadi Jebali Foto: AFP
"Prometí y aseguré que en caso de que mi iniciativa fracasara
renunciaría a la jefatura del Gobierno, y eso es lo que he hecho", afirmó
en una declaración difundida en directo por la televisión luego de reunirse con
el presidente del país, Moncef Marzuki.
Jebali remarcó que da un paso al costado para "cumplir la promesa
hecha al pueblo. Hay una fuerte decepción. Nuestro pueblo está decepcionado por
su clase política, hay que restaurar la confianza".
También le pidió a sus
ministros que prosigan "haciendo más esfuerzos para que el Estado continúe
funcionando" en la nueva etapa. "El fracaso de mi iniciativa no
significa el fracaso de Túnez o el fracaso de la revolución", enfatizó, y dijo
estar "convencido" de que el gobierno tecnócrata "es la mejor
manera de sacar el país de su camino errante". Además, instó a los
funcionarios a fijar en breve una fecha para llamar a elecciones.
La idea de una formación de un ejecutivo con tecnócratas era una
propuesta para aliviar las crecientes tensiones entre laicos e islamistas.
Jebali, considerado un moderado, creía que ese paso podía resguardar las
consignas que habían propiciado la primavera árabe. El primer ministro repetía
que el pueblo de Túnez se sentía decepcionado y frustrado por el desempeño de
la clase política y, por ello, aseguraba que era imprescindible restaurar la
confianza en el sistema, puesto que la nueva etapa representará “un examen para
todos los partidos políticos”, subrayó finalmente.
La
llamada revolución árabe irrumpió como un grito desesperado por la libertad,
los derechos individuales y la democracia, la fuerza motora nacía en las
entrañas de la ilusión, en el ideal de una sociedad más justa y equitativa. Cuando
esa imagen utópica queda aplastada por nuevos mecanismos burocráticos y
ambiciones de poder contrarias a las necesidades del pueblo, se produce un
rebote que retrotrae todo a un Estado vacío. Así está Túnez, en un limbo
informe, sin la posibilidad de percibir un horizonte claro.
Informe de Euronews
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