En un país que vive una crisis financiera sin precedentes no es buena noticia que la política se parezca a una ensalada sin condimentar, porque todo aparece revuelto, mezclado, con sabor a nada. Así perciben los latinos su actualidad, incierta, insípida, multicolor pero sin definiciones.
Ni Obama ni los republicanos han podido ocuparse de los hispanos como corresponde, y Florida puede mostrar lo que se viene para noviembre. Hoy corren tras el voto latino, mañana los corren a ellos porque quieren mantener trazos de su idiosincrasia sin contaminación, como la propuesta de Gingrich de eliminar la educación bilingüe para sostener la patria en el idioma inglés. O peor aún, la idea de Romney de la autodeportación por no conseguir empleo encarna una sutil manifestación de xenofobia.
Si los EEUU no aceptan que es necesario integrar a los millones de hispanos que ya viven en su tierra, causarán un malestar interno atroz al desintegrar familias al expulsar a trabajadores por el solo hecho de hablar otro idioma.
Los dos candidatos con mayor intención de votos anuncian su fe, uno es mormón, otro es católico converso. Pero ninguno ha demostrado que tengan intención de cumplir el mandamiento que dice “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Sería un buen indicio si comprenden que los hispanos también tienen fe, creen en el mismo Dios y anhelan ser próximos a ese prójimo que habla inglés. Santiago en la Biblia decía como me demostrarás tu fe sin obras.
“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: id en paz, calentaos y saciaos, pero no le dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.
Santiago 2:14-17
Lic. Walter Calabrese
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