La victoria de Romney dispara el interrogante sobre las internas republicanas y la duración de la misma. Algunos analistas indican que el paso dado en Florida marca una tendencia que obliga a definir los apoyos dentro del partido. Estiman que una larga batalla hasta lograr los 1.144 delegados necesarios para obtener la candidatura, podría generar un desgaste ante la sociedad que sólo beneficiaría a Obama, a raíz de los vaivenes que ha sufrido la campaña.
Si bien Romney aparece mejor posicionado, todavía genera algunos rechazos en el ala más conservadora, pues le atribuyen que ha titubeado en temas claves como el aborto y la salud pública. Sin embargo, se lo vio más combativo y sólido frente a los ataques de su principal adversario. Desde el último debate televisivo comenzó a subir en las encuestas por la autoridad con que se manejó ante Gingrich. Luego, una batería de anuncios para descalificar al ex congresista terminó por desdibujar la imagen que había logrado construir en Carolina del Sur, en donde se había alzado con un contundente triunfo.
A pesar de que la campaña estuvo basada casi exclusivamente en desprestigiarse, los electores republicanos siguieron enfocados en encontrar un candidato que sea capaz de destronar al actual presidente. Los politólogos se animan a sentenciar que el odio a Obama fue el principal factor en la toma de decisión del voto.
En sus primeras declaraciones tras el triunfo dijo exultante en Tampa: “Las primarias no son fáciles, nuestros adversarios en el otro partido nos han estado observando y les gusta pensar que una campaña competitiva dejará a los republicanos débiles y divididos. Pero tengo noticias para ellos. Las primarias no nos dividen: nos preparan. Y cuando nos reunamos aquí en nuestra convención, el nuestro será un partido unido con un candidato que gane por América”. Además, Romney no hizo referencia a Gingrich y volvió sus ataques contra el actual gobierno al compararlo con la actualidad del Viejo Continente: “Antes la Casa Blanca reflejaba lo mejor que podíamos ser. No lo peor en lo que se ha convertido Europa”.
Inmediatamente después de la victoria, Romney reacomodó nuevamente su estrategia discursiva para reorientar su discurso combativo contra el líder demócrata y se mostró como presidenciable hablándole al país de la necesidad de devolverle a EEUU el lugar de liderazgo global que considera ha perdido con la actual gestión.
“A partir de ahora, espero poder concentrarme más en los problemas que nos genera Obama”, enfatizó Romney, en un claro mensaje para desmarcarse de su adversario en las internas. Con ello, además, minimiza las posibilidades futuras de Gingrich de alcanzar la candidatura, ya que considera haber dado el paso más importante en este estado. Leer más
Muy buenooo!!!!
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