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miércoles, 4 de enero de 2012

España: el ajuste produce rechazo y pocas garantías para alcanzar las metas fiscales



El viernes pasado el país había sentido el cimbronazo de las medidas económicas impulsadas por el nuevo gobierno. Ayer, una nueva revelación del ministro de Economía, Luis de Guindos, da cuenta de que el déficit público estaría superando el 8% del producto bruto interno (PBI). Luego, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz aclaró que el desfasaje fiscal es del 8,2%.

Los nuevos números surgen apenas pasados tres días de haber anunciado un plan de austeridad en el fisco por una cifra que alcanza los 15.000 millones de euros, que se obtendrían de los recortes de gastos en los ministerios y de los aumentos en los impuestos.
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, anunció que habrá más medidas de urgencia para “taponar la herida”  y con ello dar una señal clara a sus socios europeos de que ahora “hay un gobierno con iniciativa y capacidad de tomar decisiones”.

Para el 2012, las autoridades de la Unión Europea han fijado un techo para el déficit del 4% del PBI, por lo que la presión sobre el gobierno del Partido Popular será mayor, deberá realizar un ajuste fiscal de unos 20.000 millones de euros más. El principal objetivo será garantizar que España no se derrumbe en una crisis de deuda similar a la que padecieron Grecia, Portugal e Irlanda, que para salir a flote tuvieron que pedir ayuda financiera.


                                         Luis de Guindo, Ministro de Economía de España



El ministro Luis de Guindo ya había advertido hace unos días que la “situación es muy compleja, seguramente la más difícil de las últimas décadas en España”. Desde que estalló la burbuja inmobiliaria en 2008 la economía española no pudo recuperarse y se espera una recesión para el primer trimestre del año debido al arrastre del crecimiento negativo del último tramo del 2011.



Sobre llovido, mojado 


La suba de impuestos que fue aprobada en las últimas medidas generó una ola de rechazo. En la campaña electoral, Rajoy había repetido que haría un severo ajuste fiscal sin tocar el aspecto tributario, pero el plan de gobierno anunciado incluye un aumento del impuesto a las ganancias y el incremento tributario sobre la vivienda. Las medidas harán caer el peso del ajuste sobre la clase media.
De este modo,  el equipo de Rajoy, que en apariencias no era partidario de subir los impuestos, permitió incrementar por dos años el arancel sobre la renta de las personas físicas (IRPF), las rentas de trabajo y de capital.

También habrá un congelamiento de los salarios en todo el 2012 para los empleados públicos, al tiempo que se llevará la jornada laboral de 35 a 37,5 horas. Además, se fijaría el salario mínimo profesional en 829 dólares mensuales, que lo coloca en los más bajos de la comunidad europea. Con estas restricciones presupuestarias el gobierno espera recaudar cerca de 7.800 millones de dólares, según anuncios del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.


Reacciones y rechazo tras los anuncios del gobierno


A pocos días de asumir su mandato, Rajoy ya ha cosechado una oleada de críticas por las medidas anunciadas para hacerle frente a la crisis económica. Los primeros en alzar la voz fueron los sindicatos, que lo calificaron de “injusto” y amenazaron con llevar acabo nuevas movilizaciones. El PSOE, por su parte, ya anticipó que votará en contra del plan de austeridad. En el sector industrial, anunciaron que no vislumbran un crecimiento con las medidas adoptadas.

 
                                            Rajoy aumentó impuestos y generó polémicas


“El plan de ajuste del gobierno nos va a llevar probablemente a la recesión económica, desde luego a una grave depresión económica y, por tanto, a la destrucción del empleo y a una falta de crecimiento de nuestra economía, que ya estamos teniendo y que se agudizará con el plan que el gobierno ha presentado”, indicó Alfredo Pérez Rubalcaba, la voz que lidera el PSOE.

“Son unos ajustes carentes de solidaridad que van a generar más crisis y más desempleo, en un país que necesita un ajuste compatible con el crecimiento económico. Que Rajoy dé la cara, porque es un fraude a sus electores y un engaño a todos los ciudadanos”, sentenció hace pocos días la vocera de Economía del PSOE, Inmaculada Rodríguez Piñero.

“Las medidas económicas aprobadas por el gobierno son una mala señal y van por un camino en gran parte equivocado”, sentenció Toni Ferrer, secretario de la UGT. En  la otra organización obrera, las Comisiones Obreras (CC.OO.), el secretario general Ramón Górriz coincidió en el análisis: “Este es un mal comienzo para el gobierno. Si el PP sigue profundizando sus políticas neoliberales, podría haber movilizaciones para cambiarlas”.


La contracara de esas críticas fue representada por la Unión Europea, que aplaudió y respaldó las medidas tomadas por Rajoy.








El editorial del Diario El País
 

Con el título Un ajuste inquietante, el periódico español analizó las medidas económicas con un saludable realismo, tal vez, un oasis de sentido común entre tanto interés mezquino.

En la columna se afirma que “Un recorte presupuestario de esta naturaleza e intensidad conduce indefectiblemente a una recesión prolongada. Lo que se esperaba de un Gobierno que ha repetido hasta la saciedad que saben “lo que hay que hacer” es que combinara un ajuste obligado, tan radical como el que ahora expone, con la búsqueda de opciones de inversión pública que permitieran estimular la demanda. Pero nada de eso aparece, ni siquiera se insinúa, en las decisiones económicas de ayer. El recargo en el IRPF y la subida del impuesto de bienes inmuebles (IBI) sugieren, por el contrario, que el equipo económico ha optado por unos parches apresurados, para cubrir las urgencias del déficit, y hacerlos pasar por una reforma fiscal. Es, exactamente, lo que hizo el Gobierno anterior y suscitó las críticas inmisericordes de los ortodoxos de la tributación”.


Luego agrega: “El nuevo Gobierno parece demasiado apegado a las fórmulas tradicionales de remiendo y parcheo. Con la prudencia que requiere la delicada situación de la economía española, atrapada entre una recesión que requiere un estímulo intensivo de la demanda y el imperativo de recortar el gasto público, la contradicción solo podrá resolverse con una reforma fiscal en profundidad (y, por supuesto, con menos fraude fiscal)”.

El editorial concluye  con una invitación al gobierno para que dé explicaciones a la ciudadanía: “Para el ciudadano, el primer mensaje tangible del nuevo Gobierno es inquietante. Antes de llegar al poder, se comprometió a favorecer la inversión y el empleo, en contra de todas las evidencias conocidas de un ajuste imperativo del gasto, y ahora se descuelga con un recorte demoledor (aunque obligado), una subida tributaria poco equitativa y, al fin, una promesa de recesión. No basta con transmutar verbalmente los tijeretazos en reformas, porque no lo son. Rajoy debe a los ciudadanos una explicación; no fueron suficientes cuatro ministros para pergeñar una”.



  
                                 El paro obliga a muchos jóvenes a optar por emigrar del país


Europa está inquieta porque no cierran las cuentas, mientras que España no atina a dar un impulso suficientemente convincente a su economía como para calmar a una población que empieza a ver la salida en el aeropuerto de Barajas.

América Latina ha sido un banco de prueba para los ajustes neoliberales en los 80 y 90, sus resultados fueron mayor recesión, precariedad del empleo y mayor desigualdad social. Si Rajoy no mira a su gente y solo responde a los mandatos de Bruselas, veremos desfilar ciudadanos españoles por el mundo, como ya lo están haciendo ahora, buscando nuevas esperanzas en Alemania y en América Latina.

La historia es una buena fuente para encontrar respuestas y para no repetir decisiones que condujeron al desfiladero.
 






 


 


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