El mundo y sus protagonistas


jueves, 7 de junio de 2012

Pasión por el periodismo

Desde aquel ilustre día en que Mariano Moreno fundó la Gazeta de Buenos Aires hasta nuestros días el periodismo ha adquirido diversas figuras, algunas maniatadas por la fuerza del poder, otras abrazadas al grito rebelde que buscaba alivio en la liberación. Rodolfo Walsh encarnó ese espacio valiente para levantar la voz en medio de los peligrosos silencios que aparacen cuando la barbarie asoma con fiereza. Su pasión pudo más que lo miedos y el supuesto sentido común que debe gobernar nuestros arrebatos en momentos difíciles.


El periodismo es pasión, es tener siempre ganas de saber más para llevar luz donde no la hay. Es una fuerza inexplicable que nos empuja a zambullirnos en las aguas más turbulentas para bucear en el lodo que va dejando la corrupción y revisar los rincones fabricados por la impunidad para esconder la mano y la piedra.






Para entender la prensa que pasa frente a nuestros ojos cada jornada necesitamos repasar los caminos paralelos del poder que acompañan cada relato y que circunscriben cada historia en un andarivel ideológico que lo concibe y a la vez lo limita. A fuerza de empujar la maquinaria comunicacional que intenta influir en la opinión pública se retuercen lazos que pueden dañar la rigurosisdad en el manejo de la información. En esa puja permanente entre aplausos y críticas al gobierno se corre el riesgo de olvidarnos de las audiencias.




Cuando pensamos cada palabra que vamos a escribir imaginamos al lector. Por eso, no podemos correr el riesgo de perderlo de vista, porque escribimos para la gente que busca comprender cómo se transitan los complejos pasillos del poder.

Hace pocos días, el periodista Sietecase se plantó con atrevimiento en la entrega de los Martín Fierro e intentó darnos alguna pista de cómo está la profesión hoy. Habló de que es un tiempo complejo para hacer periodismo, que debemos enfrentarnos al poder económico, virtual titiritero de los hilos que maneja el poder mediático. Claro que en ese paisaje está incluido el edificio que construye la política con sus extensos brazos, esos que alcanzan a tocar los lugares menos pensados.



    Video de la entrega de los Martín Fierro


En ese contexto, los periodistas debemos movernos como equilibristas para no caer en el vacío o, peor aún, quedar atrapados por las telarañas institucionalizadas que nos envuelven por la necesidad de un sueldo. Anhelamos un periodismo independiente, pero sabemos que esa utopía sólo se plasma en Internet, ese espacio democratizador que nos permite diseñar nuestro medio sin tener ningún compromiso con nadie.



Ejercer el periodismo requiere cierto compromiso en el manejo de la información para que adquiera carácter en una voz cercana y a la vez rigurosa.

El periodismo puede ser un bisturí para desmenuzar la realidad, un martillo para romper estructuras, una semilla que, bien sembrada, puede dar frutos inesperados.

Las palabras pueden golpear duro para sembrar conciencias y despertar del letargo a una ciudadanía que permanece distraída con la espectacularización de la imagen, pensando que ya nadie tiene nada importante que decir. Es tiempo de pensar que se puede ser creíble si usamos las palabras con responsabilidad, coherencia y sentido común.

Un texto, cuando adquiere autoridad en su credibilidad y estilo, puede proponer un tiempo para repensar la realidad y rescatar a la palabra de su lucha con el mundo de la imagen.

A las realidades complejas sólo se las desenmascara con más periodismo, con mejores investigaciones y calidad informativa. Es posible lograrlo, estamos a tiempo.


Feliz Día del Periodista para todos los colegas que luchan, sufren y pelean por dignificar cada día esta bendita profesión.








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